Daniel Claro Mimica, Ing. Agrónomo M.Agr.Sci.
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Una creencia bastante difundida es la complementación entre ovinos y vacunos en el manejo de praderas, al utilizar un pastoreo mixto. El beneficio se logra solo con cargas medias a bajas, cuando sobra forraje. En manejos intensivos, con alta carga, ambas especies compiten por una cantidad determinada de forraje y no se complementan en absoluto

La primera diferencia entre estas especies nace de la forma de cosechar el pasto. Mientras la vaca arranca el forraje con su lengua, la oveja corta con los dientes y recoge con los labios. Así  la altura de corte es muy distinta, pues la oveja es capaz de cortar a ras de suelo, mientras la vaca deja un residuo mayor. Esta característica es de doble filo, pues se puede usar a la oveja como una máquina segadora para limpiar potreros pero si no se maneja bien se puede destruir una pradera.

Un aspecto poco conocido es el efecto de la diferencia en la altura del pastoreo en la ocurrencia de plagas de insectos que atacan a las praderas, como la cuncunilla y el gusano blanco. Estos insectos requieren praderas se sobre 15 cm de altura para la sobrevivencia de sus huevos. situación frecuente en explotaciones bovinas con cosecha de forraje. Cuando la altura de la pradera es menor a 10 cm, la luz ultravioleta del sol actúa como insecticida y además la superficie del suelo, donde están los huevos, se reseca con frecuencia. Ambos factores en conjunto no permiten el establecimiento de la plaga. Cuando hay que hacer control químico, no solo se aumentan los costos, sino que se destruye a las lombrices del suelo, que son de gran importancia para el reciclaje de nutrientes.

La variación de los requerimientos nutricionales de los vientres se utiliza para tratar de ajustarlos con la variación estacional del crecimiento de las praderas. Como el ciclo biológico de la oveja es mucho más corto,5 meses de gestación y 3 meses de lactancia, versus 9 meses de gestación y 6 de lactancia en las vacas de carne o 10 meses de ordeña, con requerimientos máximos  en la vaca lechera. Por eso es mucho más fácil y preciso el ajuste de la curva de requerimientos con la curva de crecimiento de la pradera en el caso de los ovinos.

En los vacunos el aprovechamiento directo de la pradera, que es el más eficiente y económico, está limitado, porque en primavera siempre se produce un excedente que hay que cosechar y un porcentaje de la superficie debe cosecharse mecánicamente.

 En ovinos, los requerimientos nutricionales de primavera de una oveja mellicera, aumentan 4 veces respecto a su periodo de gestación, lo que con una carga adecuada controla el exceso de forraje primaveral, no siendo necesaria la cosecha mecánica como herramienta de manejo de la pradera. Adicionalmente los elevados requerimientos bajan bruscamente hasta en 4 veces con el destete y venta de los corderos, que coincide con el término del máximo crecimiento de la pradera, lo que no ocurre en vacunos que continúan con altos requerimientos en verano, cuando la pradera crece a menor velocidad. 

En años de sequía se da la paradoja que el forraje cosechado en noviembre a un alto costo hay que usarlo en suplementar al ganado en febrero, situación que no ocurre en ovinos.

Estas diferencias biológicas permiten a la oveja cosechar directamente hasta un 90% del forraje producido, mientras en las vacas lecheras difícilmente se puede sobrepasar el 60%,pues en caso contrario se afecta fuertemente la producción de leche.

La cosecha de forraje es una necesidad inevitable en explotaciones con vacunos, no solo para el futuro forrajeo invernal, sino también para el manejo de la pradera . Este proceso no solo es de alto costo y también menos eficiente que el consumo directo del forraje.

Se producen importantes pérdidas en calidad y cantidad; primero en la cosecha, luego la más importante, en el proceso de conservación. En la elaboración de ensilaje se puede perder hasta un 30% en forma de gases durante la fermentación y en la henificación una lluvia puede arruinar la calidad del heno.

En ovinos se produce una importante pérdida del forraje ofrecido al momento de  su consumo, pues son muy selectivos y separan las hojas de los tallos, pudiendo perderse fácilmente sobre el 30%del forraje ofrecido, mientras que los vacunos consumen sin mayores pérdidas.

Una forma de disminuir la necesidad de cosechar praderas como suplemento alimenticio es el uso de cultivos forrajeros, muchos de los cuales se pueden utilizar con pastoreo directo.

En ovinos además se puede utilizar la suplementación con granos, que en la mayoría de los casos es mucho más conveniente que la cosecha de forraje. Las pérdidas en el consumo son mucho menores que con forrajes conservados. El grano se entrega entero sobre el suelo y el porcentaje no consumido, 10-15%, con las lluvias germina y es consumido como pasto. El proceso de forrajeo es muy eficiente, pues con una tolva fertilizadora modificada, una sola persona forrajea 1500 ovejas distribuidas en muchos potreros en solo 90 minutos. Con heno o ensilaje el proceso de forrajeo es muy lento y muchas veces requiere equipos especializados de alto costo, como en el caso de los bolos.

En resumen con ovinos se puede evitar la cosecha de forrajes, utilizando un pastoreo diferido de los excedentes de primavera, que en gran medida se controlan con el aumento del consumo de un rebaño mellicero y comprando granos para la suplementación invernal. En vacunos es indispensable cosechar los excedentes primaverales del forraje. Esta diferencia produce una parte importante de a ventaja de las ovejas en la utilización del forraje producido.

La mezcla forrajera tradicional de Nueva Zelandia ha sido Ballica perenne + Trébol blanco. En años recientes se ha popularizado el uso de mezclas forrajeras compuestas, donde se utilizan 2 a 3 variedades de Ballicas con diferentes fechas de floración; híbridos ballica-festuca; trébol blanco; trébol rosado; mezclas de tréboles subterráneos; hierbas forrajeras como siete venas y chicoria.

El resultado ha sido un aumento de  10 a  15% en la producción anual de materia seca. Sin embargo lo más importante ha sido la modificación de la tradicional curva de producción de forraje, con un aumento importante en la producción del verano; moderado en otoño y adelantando la producción de primavera. De esta forma la oferta de forraje es más pareja durante el año y se reduce en parte la necesidad de cosechar excedentes y suplementar al ganado.

Otra ventaja importante de estas praderas compuestas es el mejoramiento de la calidad nutricional, al aumentar significativamente el contenido de energía hasta en un 15%, mejorando en porcentaje similar la ganancia de peso y la producción de leche respecto a la pradera tradicional.

Finalmente otra diferencia biológica entre ovejas y vacunos, es la forma en que depositan sus excrementos. El vacuno concentra sus fecas en una superficie muy pequeña, produciendo una importante pérdida de nutrientes por lixiviación. Adicionalmente la pradera no puede crecer por falta de luz y alrededor del excremento, el exceso de nitrógeno produce un gran crecimiento, que es rechazado por el ganado. Para solucionar este problema se utiliza una rastra de neumáticos después de cada pastoreo.

El ovino distribuye mucho sus fecas “peletizadas” que se reincorporan rápidamente al ciclo de los nutrientes del suelo, sin afectar el crecimiento ni el consumo de la pradera.