Daniel Claro Mimica
Ing. Agrónomo; M Agr. Sci.
Goldensheep Ltda
El NEGOCIO OVINO en el Sur de Chile promete pero no cumple
Hace ya muchos años, me hice la pregunta ¿porqué en un rubro, donde lo que normalmente es lo más difícil, ya está hecho, no aparecen nuevos empresarios para aprovechar las oportunidades que se leen en la prensa? Hay un completo artículo sobre este tema en www.goldensheep.cl
Resumiendo: Están los mercados internacionales; el precio internacional de la carne ovina se ha triplicado en los últimos 10 años; los principales exportadores mundiales no pueden abastecer a todos sus clientes; la demanda mundial sigue subiendo mucho más rápido que la oferta; había dos modernas plantas faenadoras, en la zona centro sur y sur, con capacidad de faenar 500.000 corderos al año, muchos años no llegaron a los 80.000; tratados de libre comercio con 1.500 ton/ año sin utilizar y creciendo a razón de 200 ton/año; otros como USA prácticamente sin exportar ni un solo kilo etc. Está todo, pero no están los corderos y el negocio se trata de vender corderos.
Magallanes aporta más del 95% de la exportación nacional. Hace más de 100 años que exporta. Duplicó el volumen de sus exportaciones en los últimos 6 años, pero al igual que el resto del país, no ha aumentado, ni su producción de carne ni su stock ganadero. En los últimos años ha disminuido su inventario por el deterioro de sus praderas y por sequías.
Ahora exporta al extranjero, casi todo lo que no consume localmente, ya sea en el sector urbano o en el autoconsumo rural.
Con este cambio de destino, Magallanes ha retirado del mercado nacional casi 3.000 ton/anuales, porque para ellos es mucho más fácil y rentable, exportar que vender en el mercado local. Ellos si han aprovechado el boom del cordero, pero el resto del país sólo lo ha oído en conferencias y leído en la prensa.
Queda muy poco margen en Magallanes para seguir aumentando los volúmenes de carne ovina exportada, sin aumentar realmente la producción. Este último tema es bastante difícil, lento y caro, dada las condiciones climáticas y de suelos de la Región Austral.
Mientras el inventario de ovejas se ha mantenido en Magallanes, en el resto del país bajó de 4 a 1 millón, en los últimos 50 años. Casi el 80% de este inventario pertenece a pequeños propietarios, con un promedio de 10 ovejas cada uno.
Es imposible llevar dicha producción al mercado formal y mucho menos al de exportación, cuando su vía natural de comercio, es la venta de corderos en la puerta, en billetes, sin ninguna exigencia de calidad y un 70% más caro que el mejor precio que puedan pagar las plantas faenadoras.
En el gran territorio de la zona Centro Sur y Sur, es donde está el potencial y también el problema de no haber aprovechado las oportunidades del mercado. ¿Porqué no se han incorporado medianos y grandes productores a un rubro donde aparentemente está todo dado para tener éxito?
Al igual que en todo, antes de dar una receta, hay que tener un diagnóstico preciso y completo del porqué un modelo no funciona.
Discrepo de algunos diagnósticos generalizados y de cómo producir el despegue.
- El aumento espectacular del volumen de exportaciones de carne ovina, sólo se ha producido por el cambio de destino de la mayor parte de la producción de Magallanes, sin que se haya aumentado la eficiencia, ni tampoco por la incorporación de nuevos actores, sino casi exclusivamente por el efecto del alza del precio internacional.
- El espectacular aumento del valor de las exportaciones del 2011, se debe principalmente a que el precio de la carne ovina subió en el mercado de Londres. También lo hizo la lana, pero en menor proporción.
- Es efectivo que se ha producido una importantísima baja en el stock de ovejas de los principales exportadores de carne ovina, Australia, por sequías de hasta 5 años consecutivos y Nueva Zelandia, por ser poco rentable el rubro frente a otras opciones, con la genética que utilizaron hasta el 2000.
- En Nueva Zelandia los productores que permanecieron en el rubro, en 15 años duplicaron la producción de carne por oveja. Ahora son nuevamente rentables, exportando más que antes, pero con la mitad del inventario. El secreto fue que aplicaron masivamente la nueva genética que no habían utilizado. Ahora esta innovación se agotó y tendrán que esperar muchos años para poder dar otro salto tecnológico.
- En Chile los centros de investigación dedican poco tiempo y recursos al tema. Es muy probable que hoy día sea así, pero ¿que ha pasado con todo el trabajo de más de 30 años?.
– Se han hecho muchos esfuerzos por parte del Estado, traducidos en una enorme cantidad de resultados de investigación, que duermen en las universidades y en algunas sedes de INIA. Otros ya se perdieron y los investigadores están jubilados.
Sólo a manera de ejemplo, en INIA-Hidango, ya en los años 80 se importó genética de punta, para diversificar la insignificante oferta nacional, de sólo 6 razas, de un universo cercano a 1000 a nivel mundial. Lo más importante, se hicieron innumerables trabajos de cruzamientos, para optimizar el uso de la nueva genética. Se utilizó el enfoque desarrollado en Clay Center, Nebraska, USA en los años 60.
Ese mismo enfoque se hizo en Nueva Zelandia, pero 10 años después que en Chile. Desde entonces, ellos duplicaron su producción por oveja, a nivel país y nosotros seguimos igual que antes, pero con muchas esperanzas de subirnos al carro del boom del cordero y discutiendo como hacerlo. Incluso discutiendo si producir carne o lana.
En praderas, hace casi 50 años que los centros de investigación de INIA, a lo largo del país, investigan qué especies y variedades de forrajeras se adaptan mejor. Cuales son las más productivas. En este largo tiempo, se han probado varios miles.
Los agricultores preguntan en INIA que variedades les recomiendan usar pero deben sembrar las semillas disponibles en el mercado, datos que casi nunca coinciden. El comercio importa lo que es más rentable para ellos, aunque tenga 20 años de antigüedad y muchas de las variedades ya estén obsoletas, o las que piden sus usuarios por ignorancia o costumbre. Otras empresas del sur importan las semillas forrajeras más exitosas de Nueva Zelandia, que en la mayoría de los casos también son exitosas en Chile, a pesar de no haber sido evaluadas por los centros de investigación (chicoria; siete venas entre muchas)
- El sumar la producción ovina a la bovina, como una forma de aumentar la producción, sólo es recomendable en una etapa intermedia, cuando sobra pasto en los sistemas bovinos. Esa podría ser la etapa que viene ahora. Sin embargo, hay que tener presente que en un SISTEMA INTENSIVO DE ALTA PRODUCCION y modernos manejos de utilización y conservación de forraje, no sobra pasto. En dicho caso, ovejas con vacunos compiten y no se complementan.
- La incorporación de nueva genética es una necesidad indiscutible. Totalmente cierto. Lamentablemente, ni los técnicos están de acuerdo que genética utilizar. Sus discrepancias en público no hacen sino confundir aún más a los productores.
Esta situación se ha producido no sólo en Chile, sino a nivel mundial. El agravante nuestro, es que la cantidad de profesionales, con verdadera experiencia en terreno y estudios en países líderes, es ínfima, frente a los cientos de expertos que hoy día están dando recomendaciones y confundiendo a los agricultores.
A nivel mundial, casi no hay comparaciones valederas para determinar que raza es superior a otra, en un mismo medio ambiente. Es un tema caro de investigar y cuando ya se logran resultados, han aparecido varias nuevas razas.
Lo concreto es que, las razas tradicionales de producción de carne, no pueden competir con la nueva genética, que basada en los principios difundidos por los investigadores de Clay Center (Nebraska, USA), en una generación produce más resultados que en 50 años de selección tradicional. Esa discusión ya se vivió hace 15 años en Nueva Zelandia.
- Los protocolos para la introducción de nueva genética a Chile, no han sido una barrera. Son indispensables para mantener uno de nuestros principales activos: LA SANIDAD.
En nueva Zelandia introducir 30 ovejas y 4 carneros Texel costó sobre $US 2 millones, mientras que en Chile el costo fue de sólo, $US 100.000, debido a las menores exigencias sanitarias.
Lo importante es saber qué traer; para qué; como multiplicarlo y principalmente como utilizarlo.
- Para abrir nuevos mercados en primer lugar hay que tener muchos más corderos, que cumplan con la calidad que exigen dichos mercados. Hoy día no somos capaces de abastecer a los mercados que tenemos abiertos, sin siquiera incluir el mercado nacional.
Por ejemplo, USA requiere canales de sobre 25 kg de peso, ojalá 35 kg., pero sin grasa. Ese cordero no se puede producir hoy día en Chile con las razas existentes.
- No se están formando hoy día los técnicos y profesionales con los conocimientos y experiencia que se requieren. La dificultad parte, en la escasez de profesores, que cumplan con los requisitos mínimos del rubro, que son absolutamente distintos a la tecnología tradicional de manejo extensivo, tan exitosa en Magallanes y que no es aplicable al manejo intensivo.
¿POR DONDE EMPEZAR?: El problema es muy complejo, dado el atraso tecnológico, de más de 50 años, que arrastra el rubro, en gran parte del país.
Se suma a este problema el hecho de que, es enormemente difícil atender a los varios miles de pequeños productores, con 10 ovejas cada uno, para que ingresen al circuito comercial formal, mejorando su genética, praderas, productividad y aumenten en forma importante el tamaño de sus rebaños.
Por ahí pasa parte de la solución, pero ¿quién lo hace, con que recursos, con qué personal? Esto es tan difícil como tratar de que esos mismos productores, que hoy día tienen una docena de gallinas en sus campos, entren al negocio de exportar aves.
La otra opción complementaria es que medianos y grandes agricultores ingresen al negocio, pero es un tema, que ya ha cosechado algunas victimas en el pasado cercano, al no contar con los conocimientos adecuados y aplicar tecnologías erróneas.
Es indudable que los principales aspectos encaminados a producir más y mejores corderos, se centran en praderas, genética y recursos humanos altamente calificados, en cada estamento, desde los ovejeros a los profesionales.
¿Qué esfuerzo le exigiremos al Estado en investigación, si no se ha utilizado casi nada de lo logrado en más de 30 años de trabajo? Resultados que en su momento estuvieron a la vanguardia mundial y que aún hoy día, muchos siguen vigentes, pero archivados.
¿Qué esfuerzo le pediremos al Estado para desarrollar el rubro, si no tenemos como canalizarlo, ni sabemos que tecnología aplicar?
¿Cómo vamos a ayudar a los productores si ni siquiera están organizados? La ayuda individual, puerta a puerta, con muchos miles de usuarios es casi imposible.
¿Cómo vamos a desarrollar el rubro si no tenemos a los profesionales especializados, ni los estamos formando?