Daniel Claro Mimica
Ingeniero Agrónomo M.Agr.Sci.
GOLDENSHEEP LTDA
Muchos productores ovinos se consuelan de sus malos resultados económicos culpando a los bajos precios obtenidos por sus corderos y lana. El precio es un factor, que por importante que sea, no es controlado por el productor ganadero.
Sin duda que el precio, tanto de la carne como de la lana, influye mucho en el resultado económico de una explotación ovina. Sin embargo, el productor tiene pocas herramientas para mejorarlo.
Sobre el 80% de los corderos del sur son producidos por los pequeños productores, en rebaños de hasta 50 ovejas (10 en promedio) y se comercializan informalmente en la puerta de los predios. Lamentablemente estos productores no tienen otra real alternativa para vender su producción. En este segmento productivo, el precio aparentemente no es un problema hoy día, pues en el caso de los corderos, supera fácilmente en un 50% al mercado formal y la lana es utilizada en la elaboración artesanal de productos de alta demanda.
Los productores medianos no acceden normalmente al mercado informal, pues por el tamaño de su producción, saturan rápidamente la demanda cercana a sus predios. En este mercado la demanda se genera en pequeños poblados cercanos a los lugares de producción y ocasionalmente en automovilistas que transitan por los caminos rurales.
El problema oculto es que el mercado informal impide el crecimiento futuro de los rebaños, pues ya está muy próximo a su saturación. Si aumentara la producción de los pequeños agricultores, pronto tendrían que acceder al mercado formal, que para ellos, bajo las actuales circunstancias, no es rentable.
El mercado formal de los productos ovinos en la zona sur del país es muy imperfecto. Las diversas ferias ganaderas transan 40 a 50 cabezas por remate, pues para cantidades mayores no hay compradores en dichos recintos. Por eso para los corderos de los medianos productores existe un solo comprador a escala comercial, la planta faenadora MAFRISUR.
El precio internacional de la carne ovina deja sólo un pequeño margen para mejorar los valores que ofrece el poder comprador de la planta faenadora del sur, para corderos destinados a la exportación.
El principal problema para acceder al mercado internacional es la falta de corderos, pues los pequeños productores, responsables de más del 80% de los corderos producidos en el sur, no exportan, no solo porque el precio está muy por debajo de lo que ellos obtienen informalmente, sino también porque la calidad de dichos corderos no califica para el mercado formal y menos para el internacional. Para ellos el sobreprecio que obtienen en el mercado informal les permite subsistir, pues sus niveles productivos actuales son tan bajos que con un precio formal tendrían que salir del negocio.
Sólo si el inventario ovino del sur aumentara en forma muy significativa, la alternativa real de exportar carne ovina sería una realidad, pues dichos mercados no solo exigen calidad, sino también volúmenes de importancia.
En el mercado nacional las expectativas son mucho mejores para volúmenes pequeños y medianos, pero hay que desarrollarlo casi desde cero.
La demanda actual es pequeña, pero creciente, siempre que se ofrezca un producto de calidad y a precios competitivos con la carne de vacuno. En la medida que la planta faenadora tenga éxito en su gestión comercializadora abriendo el mercado nacional para la carne de cordero, será posible una mejoría en los precios obtenidos por el productor.
Para el caso de la lana la situación es aún peor, pues prácticamente no existe un mercado formal y cuando lo hay, los precios ofrecidos son al menos un 60% inferiores a los que un producto equivalente obtendría en Magallanes.
De hecho muchos productores entregan toda su producción de lana, como pago del servicio de esquila, al contratista que realiza la faena.
Uno de los principales destinos de la lana en Chile es la exportación al mercado internacional, donde no sólo se requiere calidad, sino también volúmenes, que el reducido tamaño de las explotaciones ovinas sureñas está muy lejos de alcanzar.
Por eso la lana sureña seguirá siendo un subproducto, pues no es fácil consolidar cosechas de distintos productores que difieren mucho en su calidad.
En resumen, reconociendo la gran importancia que tienen los precios en los resultados, el futuro de la producción sureña de ovinos no puede basarse, en el corto y mediano plazo, en una mejoría de ellos, sino solamente en la mejoría de la eficiencia productiva, para bajar los costos y aumentar el tamaño de los rebaños para tener economías de escala y mayores ingresos.
Para los productores ovinos sureños, la solución del problema económico depende principalmente de ellos mismos y viene de la mano de aplicar tecnologías modernas en todas las etapas del proceso productivo.
Afortunadamente hay una gran cantidad de tecnologías conocidas pero no utilizadas, en praderas; nutrición, genética, sanidad y manejo animal, que se pueden incorporar para cambiar el actual sistema productivo que es muy ineficiente. El impacto productivo de aplicar tecnologías modernas, es tan importante, que permite convertir la producción ovina en un buen negocio con los precios del mercado formal.
Algunas de ellas requieren inversiones de gran magnitud, como el mejoramiento de la calidad del suelo y la incorporación de praderas de alta producción. Otras, como el ajuste de la fecha de parición, que determina la demanda nutricional de la oveja, para que coincida con el inicio del crecimiento primaveral de las praderas, es gratis.
Indudablemente que el acceso a la tecnología y su financiamiento, representan hoy día la principal limitante para que el rubro ovino despegue en el sur de Chile en forma definitiva, para aprovechar su gran potencial como alternativa productiva del sector ganadero.