DANIEL CLARO MIMICA
Ingeniero Agrónomo, M. Agr. Sci.
daniel@goldensheep.cl
Christian Crempien L.
Médico Veterinario
ccrempien@manquehue.net
MAGALLANES: PIONERO Y LIDER ACTUAL
Desde el siglo XIX, con el masivo poblamiento de las extensas praderas naturales de la XII Región de Magallanes con ganado ovino, este rubro ha marcado la presencia chilena en los mercados internacionales. En los primeros años de la colonización austral, la lana fue el producto que se exportó masivamente, principalmente al mercado de Londres. El negocio produjo grandes ganancias que le dio prosperidad a la Región. De esta manera, que el puerto de Punta Arenas recibía innumerables veleros encargados del transporte de la lana, que casi en su totalidad, se vendía al exterior.
Ya a comienzos del siglo XX, las grandes compañías ganaderas que controlaban la explotación ovina construyeron modernos frigoríficos en Punta Arenas, Puerto Natales y Tierra del Fuego, con tecnología de punta para la época permitiendo exportar importantes cantidades de carne, principalmente borregos, capones y ovejas, actividad que se sumó al auge económico de la lana en la zona austral de Chile.
En la segunda mitad del siglo XX, las grandes compañías perdieron la concesión de las tierras fiscales que tenían en arrendamiento, o fueron expropiadas y dejaron de existir. El Estado subdividió la propiedad, dando lugar a centenares de medianos propietarios, que continuaron la explotación de las antiguas “Estancias”, como se denominaron las grandes extensiones pobladas con ovinos.
La isla de Tierra del Fuego, se ha especializado recientemente en la producción de carne orgánica certificada por una empresa alemana y destinada al mercado europeo. En el sector continental, que cuenta con praderas de mejor potencial, por su mayor pluviometría, se inició un ajuste tecnológico para adecuar su producción al mercado, que demanda corderos de mayor peso, sin aumento de la cobertura de grasa. Es así como se están introduciendo razas más especializadas en la producción de carne, tales como el Suffolk, Dorset, Border y Texel, (INIA – Kampenaike), para producir este nuevo producto, mediante cruzamientos sobre las ovejas Corriedale que dominan los rebaños.
La producción de carne que comenzó siendo un subproducto del rubro principal, lana, hoy día está adquiriendo un gran impulso en Magallanes. Hace casi 20 años que Punta Arenas tuvo el primer frigorífico nacional autorizado para exportar ovinos a la Comunidad Europea.
El principal destino de la carne ovina exportada por Chile es Europa, con una creciente importancia de España y Francia. En el continente americano los grandes compradores son México y Brasil.
En los últimos tres años, las exportaciones aumentaron en 120% su valor medido en dólares y 33,4% en volumen. El gran aumento en valor, se debe en parte a que las exportaciones a Europa se transan en euros y luego se convierten en dólares, y durante este período, el euro se ha valorado al menos 40% frente a la moneda norteamericana.
VENTAJAS ARANCELARIAS
El rubro ovino es sin lugar a dudas una de las actividades agropecuarias más favorecidas con los recientes tratados comerciales suscritos por Chile, y representa un desafío de magnitud para los productores nacionales. Esto podría significar un quiebre positivo en la tendencia, donde por más de 20 años ha disminuido el inventario nacional. Estas ventajas para exportar carne ovina, se aprecian en el Cuadro 1
Cuadro 1.- Ventajas arancelarias para la carne ovina en los nuevos tratados comerciales. (Toneladas sin arancel)
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Año 2002 |
Aumento por Tratado |
Año 2003-2004 |
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U.E.* |
3.000 |
2.000 + 10% anual |
5.000 |
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USA** |
0 |
SIN LIMITE |
SIN LIMITE |
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TOTAL |
3.000 |
200 ton/año |
SIN LIMITE |
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* Tiene un incremento anual de 200 ton. a partir de 2004. |
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* * Considera que el Tratado entra en vigencia el año 2004. |
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COMO AUMENTAR LA PRODUCCION EXPORTABLE
Para aumentar la capacidad exportadora nacional, a primera vista, se podría pensar que la XII Región sería la más indicada. Magallanes tiene hoy día los mercados; la mayor parte de la masa ovina nacional; excelente infraestructura y experiencia; pero su producción apenas alcanza para los niveles de exportación previos a los nuevos tratados comerciales.
Con el fin de superar esta limitación, Magallanes tendría dos opciones: incrementar el peso de los corderos, que es lo que demanda el mercado y, aumentar el número de corderos producidos. Ambas iniciativas tienen un importante componente ambiental que las restringe, pues la capacidad de carga animal en sus praderas está copada y el cambio masivo de praderas naturales a las de siembra, es de un costo prohibitivo.
El incremento potencial de la producción de corderos por la vía del aumento de un 15 a 20% en el peso de faenamiento, mediante los cruzamientos con razas de carne utilizadas como cruza terminal en una parte del rebaño, sería de 300 toneladas, cifra muy pequeña frente a la nueva cuota del mercado europeo y a su incremento anual de 200 ton.
Los corderos más pesados consumen mayor cantidad de alimento y requieren un mejor nivel nutritivo. Si no se ajusta la carga animal o se produce un aumento de forraje, esta opción no es sustentable en el tiempo. Entonces sucederá que los corderos nuevamente disminuirán su peso, tal como ocurrió con los animales de raza Corriedale, cuyos corderos livianos actuales son la expresión del efecto de un ambiente nutricionalmente deprimido, a causa de la degradación de las praderas.
El aumento del número de corderos sería posible sólo a través de la obtención de mellizos, que hoy en día son casi inexistentes, pues hay consenso que con las actuales praderas no es posible subir la dotación de vientres. Esta opción presenta grandes dificultades, pues requiere un cambio racial del rebaño de ovejas madres, que en una primera instancia difícilmente sería aceptado por los productores, pues implica necesariamente un perjuicio en la producción de lana, que aún sigue siendo un rubro de gran importancia. Aún suponiendo un cambio racial masivo, el aumento en la producción de corderos sería relativamente bajo, no más de un 15%, debido a las restricciones que el medio ambiente impone a la producción y sobrevivencia de corderos mellizos. Ello, principalmente, por problemas de nutrición y clima adverso al momento del nacimiento. El mejoramiento de la nutrición de las ovejas madres sólo sería posible con el uso de recursos forrajeros suplementarios y praderas sembradas, que por su gran costo, difícilmente sean rentables de incorporar en Magallanes.
Con los antecedentes expuestos, podemos concluír que el aporte de la Región de Magallanes a un incremento en la exportación de carne ovina, sólo será marginal. Por consiguiente, la respuesta al desafío exportador, con todas las dificultades que ello involucra, tiene sus mejores oportunidades en la XI Región; en los secanos de la zona central y en la zona sur. Estas tienen un gran potencial para la producción ovina, donde por falta de volumen productivo, calidad del cordero y de plantas faenadoras especializadas, no se ha producido la exportación de carne ovina. Ello a pesar de los excelentes resultados obtenidos por las entidades dedicadas a la investigación para mejorar los resultados productivos del rubro.
EL DESPEGUE DE AYSEN
En la XI Región, INIA – Tamelaike en la década de los 90, demostró el enorme potencial para el establecimiento de praderas, a costos razonables, en la zona húmeda, con producciones de sobre ocho toneladas de materia seca y su utilización con híbridos ovinos junto a una nueva genética. Esta genética se refiere a Border; Dorset; Romney y Suffolk, utilizados como carneros terminales y otras opciones para usar vientres híbridos. Existen en esta región sobre 500.000 hectáreas donde se podrían mantener 8 ovejas de alta productivad por hectárea si se invierte en el establecimiento de praderas de alta productividad.
En el corto plazo, la XI Región podría ser el próximo gran actor en el mercado exportador. Es así como en el año 2003 exportó 170 ton. y sobre US $650.000; pues su mercado más conveniente es el de exportación, dado el alto costo del flete a la zona central del país.
EL SUR TAMBIEN PUEDE
La zona sur es hoy día el corazón ganadero bovino del país y tiene la gran ventaja de contar con las características de clima y suelos que permiten desarrollar las mejores praderas del país, sin nada que envidiar a uno de los lideres mundiales, Nueva Zelandia.
El desarrollo de la ganadería sureña requiere praderas de excelencia; aumento acelerado de la masa ganadera y mercados amplios y atractivos. Para acceder a los mercados de exportación además de la calidad se requiere de un volumen importante, que sólo se logra incrementando la masa ganadera. Una producción ovina moderna tiene muchas ventajas en un programa de desarrollo. El aumento de masa puede ser muy acelerado cuando se dispone de la genética adecuada, caracterizada por la producción de al menos 1,5 corderos por parto y porque las hembras se pueden reproducir ya a los 8 meses de edad, cuando tienen la genética requerida y son bien manejadas. Existe una buena complementación entre ovinos y bovinos con el pastoreo mixto y el atractivo mercado de exportación que presentan los ovinos puede ser una buena opción para diversificar la producción pecuaria.
Estas ventajas han llamado la atención de consultores de Nueva Zelandia que ya están trabajando para desarrollar este rubro en Chile, aprovechando su tecnología que es aplicable en buena medida en la zona sur. Hay que recordar que también el país posee mucha tecnología para este fin la que lamentablemente muchos agricultores desconocen.
EL POTENCIAL DEL SECANO CENTRAL
La otra zona de un buen potencial es el Secano de la Zona Central, donde los autores han trabajado por 30 años en el CE – Hidango de INIA. La VI Región en el pasado fue un importante enclave ovejero, pero por la baja del precio de la lana y no haber modernizado la tecnología productiva para adecuarse a los nuevos escenarios, produjo una disminución de más del 50% de la dotación ovina regional. Es así como en la actualidad, los productores enfrentan una grave situación económica, con permanentes pérdidas en sus resultados operacionales anuales.
Los resultados de la investigación en INIA- Hidango, indican que es posible pasar de un 80-100% de producción de corderos por oveja encastada, a 140-160%, mediante la masiva producción de mellizos, originados en un cambio genético rápido de las razas ovinas actualmente en explotación. Este solo cambio permite incrementar en casi un 100% el margen económico actual de las explotaciones. Sin embargo, el mayor potencial de esta macro zona radica en la posibilidad de sustituir una parte importante de sus actuales praderas naturales, a un costo razonable, por praderas sembradas, apoyadas por cultivos forrajeros. Estas nuevas praderas incrementan en 8 a 10 veces el potencial de carga animal por hectárea. Ambos cambios tecnológicos se potencian entre sí y causan un impacto de gran magnitud en los resultados productivos, pasando desde una producción actual de 25 kg. de peso vivo por hectárea al año, hasta 530 kilos. De esta forma se mejora en 30 veces el margen económico que obtienen por hectárea actualmente los productores, sin considerar ninguna mejoría en el precio de los corderos producidos.
En estas dos macrozonas, sur y central, es donde radican las mayores posibilidades de desarrollar una floreciente producción ovina, capaz de producir los animales requeridos por los nuevos tratados comerciales. Se necesita sí de una modernización de las explotaciones, invirtiendo en nuevas praderas de alta producción; generando un cambio racial e incorporando nuevas razas especializadas en carne tales como: Texel, Dorper, Arcot, Limousin y otras. El no contar con ellas afecta la calidad potencial del producto final. Hasta el momento, las importaciones de genética ovina han sido insuficientes y no se han acompañado por la multiplicación biotecnológica de estos valiosos animales.
En el corto plazo, mientras se produce el cambio en la producción primaria para incrementar el volumen de producción y se modernizan las plantas faenadoras para ajustarse a los requisitos de la exportación, el mercado nacional sigue siendo una excelente alternativa en estas regiones, pues el precio de la carne ovina es similar o superior al del mercado de exportación y superior a la carne de vacuno.
EL FUTURO
Para poder acceder a estas nuevas oportunidades comerciales, se debe producir una acción conjunta entre los productores que generan la materia prima, corderos; las plantas faenadoras que realizan el procesamiento industrial y comercialización de la carne y, el Estado, que además del aporte ya entregado para la investigación del rubro, debe hacer una acción de fomento entre los agricultores dedicados a la producción ovina de estas regiones con potencial exportador.
La cadena agroalimentaria es una realidad y hoy día es una de las prioridades del Ministerio de Agricultura. Aveces cada eslabón ve sólo su punto de vista, ignorando a los otros actores. Sólo si esta cadena funciona apropiadamente, en forma coordinada y con beneficios para todos, un rubro puede despegar, como ha sucedido con la industria avícola y porcina, donde todos los eslabones responden a la gestión de una empresa que coordina cada etapa del proceso.
Los productores deberán realizar un gran esfuerzo para mejorar su tecnología y aprovechar la abundante información disponible, producto de tantos años de investigación, concentrando sus esfuerzos en el cambio racial y en la siembra de praderas, que en conjunto mejoran notablemente la eficiencia productiva.
Es indispensable el aporte del sector privado en la habilitación o construcción de plantas faenadoras modernas y eficientes que cumplan con los requisitos establecidos por los países importadores. Por ello los productores ovinos tienen la gran ventaja de que ya existen dos industrias que están en operación y con una ubicación estratégica privilegiada..
La pionera fue CARNES ÑUBLE, ubicada en Chillán y recientemente entró en operaciones FRIMA, en Osorno, del holding Tattersall.
Los beneficios de la exportación deben compartirse entre todos los actores y evitar que se transforme en sólo una oportunidad para quienes hacen la comercialización. En dicho caso, al no haber un atractivo para los agricultores que producen la materia prima, se pone en riesgo la inversión en plantas faenadoras y en la apertura de mercados.
Finalmente, el Estado no puede estar ajeno en esta tarea. Mediante un nuevo impulso a la investigación destinada a generar los conocimientos tecnológicos que requerirá una ovejería totalmente distinta a la actual; fomento a la importación y multiplicación de nuevo material genético y apoyo a los productores, para que realicen las inversiones indispensables para la modernización del rubro. Este esfuerzo debe constituir un proyecto con acciones planificadas, coordinadas y priorizadas, evitando los frecuentes errores de descoordinación entre los diversos actores que participan en la cadena investigación – difusión de conocimientos – producción – industrialización y comercialización. En este sentido, cada eslabón deberá modernizar y hacer eficiente su accionar, si se quiere cumplir con el desafío de hacer realidad la exportación de carne ovina a gran escala.
Los mercados internacionales están esperando la producción nacional de corderos, gracias al prestigio obtenido por casi 100 años de exportación desde Magallanes. Generalmente, lo más difícil para exportar es precisamente, abrir los mercados. Aquí la situación es atípica. Hoy día está la demanda, los mercados están abiertos, pero no hay suficiente producción nacional. En suma, el destino de los productores nacionales depende en gran medida de sus propios esfuerzos por modernizar sus sistemas productivos y así poder aprovechar esta excelente oportunidad que muchos otros rubros envidian.